17 de diciembre de 2009

Festival Nacional de las Juventudes - Cartagena 2009 (Reflexión)



El Festival Nacional de la Juventudes, fue una oportunidad para que cientos de  Jóvenes colombianos con las pilas puestas y comprometidos con el fortalecimiento y consolidación de la participación en el Escenario Nacional se dieran cita. En el Festival de las Juventudes tuvimos la oportunidad de compartir diferentes puestas y expresiones de los Jóvenes en diferentes aspectos, se pudo evidenciar la pluralidad y la diversidad junto al hermoso paisaje de la ciudad amurallada y el ambiente cálido de la Ciudad de Cartagena, también  ver la esencia de los “JÓVENES ESPERANZA” que esperan un cambio a las políticas públicas y lideran la renovación de la política en Colombia.


Los organizadores del festival han hecho un importante  esfuerzo al citar a grandes líderes juveniles y representantes de los diferentes procesos sociales, hay que reconocer el trabajo e iniciativa que tuvieron y esperamos lo sigan fortaleciendo, sin duda se hicieron cambios y grandes aportes hacia la Paz y la Democracia, al trabajo Socio ambiental, la Cultura y la recreación, la Inclusión social, Derechos Humanos, Justicia y oportunidades, y al fortalecimiento de la participación ciudadana y la Política en Colombia. 


“Colombia en los zapatos de la juventud”  despierta un ambiente de incertidumbre  sobre la realidad y futuro que le espera a la consolidación y garantía de las políticas públicas de juventud, queda sobre la mesa una tarea para los jóvenes y las organizaciones en torno a la construcción desde la mirada objetiva y critica que caracteriza a la población juvenil y teniendo en cuenta el aporte de la Sociedad Civil y las entidades territoriales.


Nos encontramos en una situación que nos llama a poner especial atención  sobre lo que se está trabajando y planeando en torno a la ley de juventud, reformas e iniciativas nacionales y globales sobre las políticas públicas, es necesario ver la trascendencia e importancia de lo anterior para los procesos juveniles hasta hoy construidos y que se encuentran en proyección, vale la pena revisar y reflexionar en los antecedentes si los jóvenes han sido actores reales de este proceso, y si ha sido democrático y representativo.


Han quedado inconformidades sobre  la transcendencia de un evento de este nivel pues tuvo problemas en la comunicación y el desarrollo metodológico de las actividades, generando incomodidades en los participantes y organizadores, hizo falta profundizar más las temáticas y hacer la recolección y garantía de los aportes de los participantes pues había una población heterogénea y representantes de la mayoría de grupos, organizaciones y sectores sociales. Se debió aprovechar el tener a tantos jóvenes reunidos y compartiendo en un mismo lugar, todos ellos con grandes capacidades e ideas brillantes  y apostándole a construir un país mejor con intereses colectivos, falto potenciar los resultados del festival que al final en mi opinión quedó inconcluso.


Emerge la necesidad de fortalecer el compromiso de seguir participando y sumarse a la tarea de generar más espacios para debatir nuestras necesidades y temáticas bajo un escenario democrático y garante de la integralidad e inclusión de todos, un escenario accesible y organizado que conduzca a fines e intereses colectivos y tenga un objetivo claro construido por la mayoría, teniendo en cuenta los antecedentes históricos de los anteriores procesos  y el aprendizaje que han dejado para nosotros y las futuras generaciones.


La expresión y la identidad han de atravesar un proceso de desmitificación y resignificación de frente a la más delicada y compleja tarea de nuestros días, la reconstrucción del espacio público. La consigna ha de ser cambiada. Dejar de ser “al llegar a donde quieres, para convertirse tal vez mirando al lado” hay que hacer hincapié y rodear a los JÓVENES ESPERANZA.

Para contrarrestar la degradación social, el empobrecimiento del símbolo y del poder público juvenil, es necesario, anclar mutuamente y construir alianzas entre el gobierno y la sociedad civil para abordar la situación de los jóvenes, los cuales, no deben ser concebidos como agentes portadores o generadores de problemas, sino como agentes de buenos cambios y con gran potencial para construir y fortalecer el tejido social. Se debe hacer énfasis en la toma de conciencia colectiva, la formación de valores democráticos, la promoción del control social y la incidencia política; y de gran importancia: reconocer y hacer visible al joven como sujeto, mas no como objeto de derechos y políticas, igual que de mercados o mercancías.


Para restablecer el tejido social hay que ser solidarios, la sociedad debe construir fines colectivos y utópicos para generar confianza y convivencia entre los diferentes individuos, pues no somos ajenos unos a otros y para alcanzar el bienestar individual hay que pensar en el de los demás; cada quien aporta de acuerdo a sus capacidades pero también recibe de acuerdo a sus necesidades; no se trata de una sociedad homogénea sino armonizada y equilibrada. 


Los intereses colectivos deben primar sobre nuestros interés personales; es un poco difícil hacer resistencia a las dinámicas capitalistas, pues nuestra forma de pensar se ha adaptado a la conciencia individual y momentánea, quizás haya que hacer un ejercicio de esfuerzo para restablecer la genética humana con la cual empezamos a conformar una sociedad y de la cual nacimos y nos desarrollamos. No podemos hacer invisible al otro, hay que generar ambientes de inclusión y participación colectiva que permitan el rescate de valores, la protección de nuestros derechos como joven (sujeto activo y autónomo de la sociedad) y la libre expresión que  se debe manifestar de manera creativa, reflexiva y con identidad en los proyectos de vida de cada ciudadano y en buenas prácticas sociales en los diferentes escenarios públicos, la familia, la escuela o el trabajo.

Luis Fernando Alarcón Urrutia
Coordinador
Unión internacional de Jóvenes por Colombia UIJC

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